El Evangelio es una buena noticia. De hecho, yo diría que es la buena noticia. El Evangelio es el relato de una revolución. De hecho, yo diría, la narración de la resurrección. El Evangelio es como una lámpara en la oscuridad, para encontrar el camino. Para descubrir la verdadera felicidad. El Evangelio es el fundamento de mi felicidad. Es más, diría que es la persona que hace posible mi felicidad: Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, que sale a mi encuentro y se da a conocer.